El maestro ignorante (texto)

Hacía tiempo que queríamos compartir con ustedes un texto que da mucho que pensar cuando de pibes, maestros y escuelas se trata. Pero recién cuando una maestra que trabaja en el nivel inicial nos contó una situación que había vivido con un grupo de niños, nos pareció el momento justo para publicarlo. Es que el relato de María Marta es un ejemplo concreto de ese maestro ignorante del que habla Jacques Rancière. El maestro ignorante no es el que no sabe nada, sino el que decide correrse del lugar del que explica, del que tiene las respuestas justas, para abrir el juego de los intercambios, de la construcción del saber.

Entonces, primero vamos con el relato de María Marta y luego con el link hacia El maestro ignorante.

Una mañana mientras desayunaba con los chicos de sala amarilla (chicos y chicas de 5 y 6 años), Emilia me pregunto cómo se hacían los bebes, vale aclarar que yo estaba cursando el 6° mes de embarazo. El tono de voz de Emi fue lo suficientemente fuerte como para que todas las conversaciones que se daban en las diferentes mesas se callaran para mirarme y escuchar la respuesta.
Casi paralizada, le pregunté: ¿Vos qué pensás, cómo se hacen? Sentí que mi pregunta fue sólo instintiva; pensé en los padres de los nenes, ¿se enojarán por esta conversación?; pensé en mis compañeras, ¿cómo lo hubieran resuelto?; pensé en los nenes, ¿cuánto les digo?, ¿qué les digo?, ¿les tengo que decir algo? Sentí que mi pregunta era cobarde, fue como tirar la pelota afuera de la cancha para que otro se haga cargo, ¡y ese otro eran los propios chicos!
Pero pasó algo. A partir de ese momento mi presencia fue casi innecesaria. La mayoría de los chicos de la sala querían decir lo que pensaban y sabían y refutar a sus compañeros, todo el tiempo me miraban para ver qué decía o si ponía alguna cara.
Emi dijo: mi mamá dice que se lo tenés que pedir con fuerza a “Diosito”.
Tomás le dijo: no! Para eso te tenés que casar y tener novio.
Las voces se seguían sumando: “hay que quererse”,” hay que darse besos”, “tenés que ser muy grande y trabajar”. Algunos apoyaban a Emi y otros a Tomás.
Hasta ese momento sólo intervine para que todas las voces que querían opinar se escucharan.
Después de unos cuantos minutos de discusión, Manuel, que estaba sentado en la última mesa y seguía desayunando, se paró y con mucha seguridad dijo: “el bebé se hace cuando se junta un espermatozoide con un óvulo”, sus dedos acompañaron la explicación dibujando en el aire.
Toda la sala escuchó con atención lo que dijo Manuel y nadie dijo nada, inmediatamente me miraron. Les dije: “lo que dice Manu es verdad”.
El grupo siguió callado, continuó con la merienda. Sólo Emi me miró y susurró: “a mí me gusta lo que me dijo mi mama”. Una frase que mucho después descubrí el peso que tenía para mí. En aquel momento, sólo estaba preocupada por la respuesta que debía o tenía que dar y la reacción de los chicos. Hoy me pregunto cómo se construyen situaciones de aprendizajes en el aula que contengan “a mí me gusta lo que me dijo mi mamá”.
María Marta, de la Comunidad educativa Creciendo Juntos.

Ahora hacé clic acá para ver los dos capítulos de El maestro ignorante.
¡Qué lo disfruten!

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